La vida nos tiene reservado pequeños y grandes momentos de
felicidad. Van con la personalidad, y no siempre son reconocibles, depende de
nuestro estado de ánimo. Para algunos, exprimir la bolsita del té o el sonido
de la espuma en la bañera es algo habitual, para otros, un pequeño placer.
Despertarte de madrugada y ver que quedan horas para que te
despiertes, o que te digan muy muy muy bajito al oído te quiero, son ejemplos
de momentos de felicidad que nos ayudan a evadirnos de la rutina y a sentirnos
más a gusto por dentro. Disfrutar.
Hay que ser consciente de que el auténtico bienestar procede
de las situaciones más corrientes que nos depara el día a día, y de vivir y
disfrutar el presente, sin preocuparse del ayer ni del mañana.
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