viernes, 6 de junio de 2014

Creo que si miráramos siempre al cielo, acabaríamos por tener alas.

La vida nos tiene reservado pequeños y grandes momentos de felicidad. Van con la personalidad, y no siempre son reconocibles, depende de nuestro estado de ánimo. Para algunos, exprimir la bolsita del té o el sonido de la espuma en la bañera es algo habitual, para otros, un pequeño placer.

Despertarte de madrugada y ver que quedan horas para que te despiertes, o que te digan muy muy muy bajito al oído te quiero, son ejemplos de momentos de felicidad que nos ayudan a evadirnos de la rutina y a sentirnos más a gusto por dentro. Disfrutar.



Hay que ser consciente de que el auténtico bienestar procede de las situaciones más corrientes que nos depara el día a día, y de vivir y disfrutar el presente, sin preocuparse del ayer ni del mañana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario